El coyote es el gran embustero entre los animales, un charlatán, un payaso, alguien a quien no hay que tomárselo muy en serio.
Cuando uno ve la vieja serie de monos animados del Coyote y el Correcaminos, el coyote está simbolicamente muy bien representado: es un animal divertido y patético. Carlos Castaneda en su serie de libros con Don Juan Matus, tiene un encuentro con un coyote en el desierto de Sonora, y Don Juan le dice "que no le de mucha importancia a lo que le dijo el coyote, porque todos ellos son unos bromistas".
Parece un animal leve y gracioso, pero un gran poder se esconde detras de esta máscara de tramposo. El coyote es el Loco del tarot, es el dios Hermes (Mercurio) entre los griegos, señores del movimiento, del caos y al mismo tiempo de la creación.
La invitación del coyote es a reirte. Ríete de tus rollos, de los problemas y vuelve a jugar. Nada es tan importante. Cofúndete, piérdete y vive por un tiempo el caos. Estamos en Chile viviendo un período idéntico, donde todo lo que parecía cierto y seguro se nos vino guarda abajo. Estos tiempos de caos y desorden son fértiles en creación y futuro. Y ese es el otro poder del coyote: la creación.
Entre los pueblos originarios de las praderas norteamericanas, el coyote fué el que creó el mundo, jugando, riendo, casi como una casualidad. Caos y creación se unen en la mitología.
El coyote no tiene ego, ni máscaras que defender. Se rie, juega y derriba todo lo que parece cierto. Ése es el inicio de un verdadero cambio.
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